martes, 31 de marzo de 2015

PEQUEÑA TAREA POSITIVA

Hoy proponemos que miréis a vuestro alrededor. Centrémonos en el lugar donde trabajamos. Si eres docente, el aula, el departamento, el lugar de casa donde te preparas las clases o corriges; si eres estudiante, observa también tu aula y, especialmente, el lugar de casa donde sueles estudiar o hacer tus tareas para clase.
Dediquemos un minuto a observar aquellos objetos que tenemos en esos espacios. Fijémonos en el efecto que cada uno de ellos nos produce. Qué recuerdos nos trae cuando lo miramos, qué sensaciones físicas nos provoca, si cambiamos nuestra postura...
Las percepciones pueden ser positivas o negativas. Los objetos que tenemos alrededor pueden sacarnos una sonrisa (la foto de nuestros hijos), hacernos sacar pecho porque nos recuerden un momento en que nos sentimos orgullosos de nosotros mismos (un trabajo bien realizado, un premio), o bien, hacernos sentir un desastre (una pila de papeles desordenados).
La segunda parte de la tarea es muy sencilla: una vez identificados los objetos que me hacen bien y los que me hacen mal, deshacerme de lo negativo. De este modo, mi lugar de trabajo será un lugar en el que quiera estar, un lugar cargado de energía positiva, un lugar para el optimismo.
Y nos atrevemos a más: añade objetos de todo tipo que sepas que tanto a ti como a las personas que te rodean os van a beneficiar en el estado de ánimo.
Esta pequeña tarea adaptada de los ejercicios de PNL (programación neurolingüística), también es motivación.

lunes, 30 de marzo de 2015

A VUELTAS CON LA MOTIVACIÓN II

Para José Antonio Marina, tal y como explica en su libro Los secretos de la motivación,

motivación = deseo + valores, incentivos + facilitadores de la tarea

El primer paso de la educación trataría de fomentar en el alumno la motivación y, para ello, habría que incidir en alguno o en todos los elementos mencionados.
Pongamos un ejemplo. Un alumno de 2º de ESO en la asignatura de Lengua Castellana y Literatura tiene que aprender y reconocer los complementos que aparecen en un predicado. Para motivarlo puedo incidir en el deseo de aprender, de aprobar la asignatura, de desarrollar su capacidad lógica, de sentar las bases para cursos posteriores, de mantener sus buenas notas o de mejorar las que tiene. Además, puedo ofrecerle algún incentivo como un positivo que mejore la nota final por cada ejercicio de sintaxis que traiga bien resuelto, la posibilidad de eliminar la parte de sintaxis para siguientes exámenes una vez esté aprobada, la participación en un concurso de análisis sintáctico con alumnos de otras clases. Los facilitadores de la tarea pasan por ofrecer ejercicios que estén dentro de la capacidad de análisis y comprensión de los alumnos sin que les resulten demasiado sencillos, crear un sistema de análisis guiado a base de pasos que muestre lo fácil que puede ser el trabajo, formar grupos cooperativos para que unos alumnos expliquen a otros cómo consiguen ellos analizar las oraciones.
Podríamos seguir poniendo ejemplos, seguro que cualquier docente que esté leyendo esto tiene cientos para compartir (no nos vendría nada mal que no hicierais).
Y los padres, ¿cómo lo hacen? En cuanto a los deseos, nos valen los ejemplos anteriores. Para los incentivos, ellos saben bien cuáles son los que cada uno puede ofrecer a sus hijos según sus preferencias. Los facilitadores en casa pueden ser: un lugar adecuado para estudiar y trabajar, un ambiente que favorezca la concentración, echarle una mano en la medida de nuestras posibilidades, recordar aquellas técnicas que a nosotros nos valieron para aprender esos contenidos…
A veces, parece muy complicado y otras muy simple. En muchas ocasiones la motivación que podemos ofrecer a nuestros alumnos e hijos es una palabra de ánimo, el reconocimiento de un trabajo bien hecho, explicarles que los errores son la mejor manera de aprender en lugar de sancionarlos, nuestro propio entusiasmo.

Seguiremos dando pautas sobre este tema.

A vueltas con la motivación I

Una de las características de los alumnos más brillantes es la capacidad para automotivarse.
Pero, ¿qué es la motivación? El Diccionario de la RAE define motivación como «ensayo mental preparatorio de una acción para animar o animarse a ejecutarla con interés y diligencia». En el ámbito de la Psicología se define como la causa de un comportamiento, aquello que impulsa a alguien a actuar. Parece claro que para estudiar se trata de un elemento fundamental: estudiar es una acción que necesita ser causada por algo y, para tener éxito en su realización, hace falta “interés y diligencia”.
Todos los que estamos en el mundo de la educación conocemos la importancia de la motivación y tememos su pérdida porque puede provocar fracaso escolar. ¿Qué podemos hacer en esos casos? ¿Hay soluciones?
Siempre hay soluciones. La cuestión es dar con la que es más adecuada en cada caso.
Ahora bien, hay que tener cuidado con este término mal entendido o mal empleado que nos lleva a culpabilizar a los profesores o a los propios padres de los fracasos de los estudiantes. Cada persona tiene que pasar por las experiencias que le tocan y aprender de ellas.
La idea es que poco a poco los alumnos sean autónomos y responsables. Que aprendan a funcionar de manera independiente,  no solo en sus estudios, sino en cualquier tarea que afronten en la vida.
En próximas entradas trataremos de dar algunas claves teóricas y, sobre todo, prácticas para mejorar la capacidad de motivar y motivarse.

Esperamos que compartáis vuestras propias experiencias que ya os hayan funcionado.

domingo, 29 de marzo de 2015

24 HORAS SIN QUEJAS

Nos queremos hacer eco de un reto que últimamente recorre las redes sociales: estar 24 horas sin quejarse. 
Creemos firmemente que, aunque tengamos cientos de motivos para quejarnos, no será menos cierto que tenemos muchos motivos para alegrarnos, agradecer y celebrar. ¿Por qué no centrarnos en estos últimos? Bloqueemos las quejas para que no nos estorben en las tareas realmente importantes.
Ciertamente, haremos, solucionaremos, resolveremos todo aquello que necesite nuestra participación; pero no necesitamos las quejas para hacerlo. 
Un problema = una solución.
¿Aceptáis el reto?

ESTILO DOCENTE

¿Qué clase de docente soy? ¿Qué clase de docente quiero ser?
La primera cuestión es importante, la segunda es fundamental.
Dicen los manuales (MAGAZ y GARCÍA, 1998) que los estilos docentes pueden ser: sobreprotector, asertivo, punitivo e inhibicionista. Veamos un resumen:

  • El docente sobreprotector tiende a pensar que es totalmente responsable del desarrollo del alumno. Aportan todas las soluciones y ofrecen todas las pautas de trabajo y comportamiento en cada momento. Esto no favorece la autonomía del alumno porque lo considera ignorante e inexperto. Tampoco genera buena autoestima en el alumno porque cree y transmite que es débil. Ello puede afectar también a las habilidades sociales.
  • El docente asertivo es consciente del esfuerzo que tiene que realizar un alumno para alcanzar los aprendizajes. Entiende que el aprendizaje se basa en la adquisición de habilidades previas y que requiere su tiempo. Busca el equilibrio, da importancia a la responsabilidad del alumno, a su libertad, a la funcionalidad y al optimismo. Elogia el buen hacer del alumno de manera que lo convierte en hábito. Por ello, sus alumnos se interesan por su propio aprendizaje, son más autónomos y desarrollan mayor confianza en sí mismos.
  • El docente punitivo establecen unas normas y no permiten errores en su cumplimiento porque creen que es obligación del alumno acatarlas. No valoran el esfuerzo o los pequeños logros porque son obligaciones. En este caso los alumnos pueden tener un bajo autoconcepto por las críticas recibidas y sufrir ansiedad.
  • El docente inhibicionista cree que el docente no debe poner impedimentos al aprendizaje por experiencia del alumno. Cree en la capacidad de cada alumno para desarrollarse y aprender por su cuenta con normalidad. Aunque los alumnos que han hecho descubrimientos personales interesantes desarrollan una alta autoestima, la mayoría tienen problemas de seguridad en sí mismos y buscan referentes.
Quizá, si eres docente y estás leyendo esta entrada, te sentirás identificado con alguno de estos estilos o con varios. Creo que lo importante es lo siguiente: ¿qué docente quiero ser?
Es posible que la respuesta a esa pregunta no case con ninguno de los estilos que aquí se han descrito, pero tratar de averiguar qué docente soy ahora puede ser el comienzo para ver cuáles son mis puntos fuertes y dónde puedo mejorar. Cuáles son los cambios que puedo realizar en mi trabajo para cumplir los objetivos que tengo.
Cuidado, se trata de ser objetivos. Tenemos que ver qué se puede mejorar, pero también de fomentar todas aquellas cosas que hacemos de forma excelente y aquellas que hacemos de forma aceptable pero que funcionan (seguro que son muchas).

¡Ánimo!