lunes, 27 de abril de 2015

INDEFENSIÓN APRENDIDA


Si trabajamos las emociones en el aula o en casa, podemos conseguir que nuestros estudiantes sepan lo que pasa cuando fracasan y cómo puede bloquearlos en tareas posteriores.
Podemos conseguir, a partir de ahí, motivarlos para que lo sigan intentando porque se trata solo de una "mala pasada" de su cerebro, pero siguen siendo capaces de conseguir los buenos resultados que buscan.

jueves, 23 de abril de 2015

AFRONTAR EL FIN DE CURSO

Llega el final de curso y a nuestros alumnos les embargan sentimientos contradictorios. Por una parte la alegría de acabar pronto; por otro, la ansiedad de tener poco tiempo para hacer todo lo que queda por hacer y terminar bien.
¿Cómo enfrentarse a ello?
Lo primero, no importa que quede poco tiempo. Importa emplearlo bien.
-No existe lo imprevisto -respondió sencillamente Phileas Fogg.-¡Pero, Míster Fogg, ese transcurso de ochenta días sólo está calculado como mínimo! -Un mínimo bien empleado basta para todo.
JULIO VERNE. La vuelta al mundo en ochenta días.


¿Qué se puede y se debe hacer para aprobar el curso? 
Aquí van algunas herramientas útiles para terminar el curso con éxito

Buena planificación
  • Hay que establecer prioridades. Si es necesario se pide ayuda a los profesores, a compañeros que sabes que tienen claro qué es lo fundamental, qué te falta por entregar, etc.
  • Gestionar bien el tiempo real del que se dispone. Ello ha de permitir que tengas momentos de descanso y para atender otras facetas importantes de tu vida (deporte, familia, amigos, meditación) y que tendrán efecto positivo en el rendimiento académico siempre que no abuses y distribuyas bien el tiempo.
  • Utilizar buenas técnicas de estudio que te harán optimizar el tiempo y asimilar mejor los contenidos de las diferentes materias. En los enlaces de este blog tienes algunas páginas que te pueden servir de ayuda sobre este tema. 
Buena disposición
  • Saber que el esfuerzo tendrá su recompensa.
  • No dudar, puedes aprobar el curso.
  • Resolver las dudas que tengas es fundamental para tener éxito. Pide ayuda a quien corresponda. No se trata de pensar que vas a aprobar sin más, sino de saber que con tu trabajo llegarás a la meta.
Constancia
  • Mantener el esfuerzo hasta el final. Los estudios son una carrera de fondo.
  • Cumplir lo que me he propuesto.
  • Aprender de los errores. Que hayas hecho cosas mal es una suerte porque uno aprende equivocándose; ahora puedes probar una estrategia mejor.
  • No permitir y no creer a quien dice que no se puede conseguir. Si pones empeño y no te rindes lo conseguirás.
  • Recordar cuál es el objetivo final. Cuando llegue el cansancio o no estés disfrutando con una tarea concreta, acuérdate de las recompensas que vas a alcanzar cuando hayas conseguido lo que pretendes a largo plazo. En el corto plazo, puedes pensar que al término del tiempo de estudio que te corresponda ese día tendrás tus momentos de esparcimiento porque así lo has planificado.
Alegrarse de los éxitos logrados
  • Grabar cómo se consigue el éxito. Recuerda cómo has conseguido el aprobado y cómo te ha hecho sentir ese logro.
  • Aplicar los procedimientos que me llevan aprobar en el futuro.
Padres y docentes, si consideráis que esto puede ayudar, compartid con vuestros hijos y alumnos.

martes, 21 de abril de 2015

HACIA NUEVAS ESCUELAS

Otra opinión autorizada sobre la necesidad de superar la escuela tradicional.
La podéis leer aquí y nos contáis qué opináis.

lunes, 20 de abril de 2015

NEUROCIENCIA Y EDUCACIÓN: ENTREVISTA A DAVID BUENO

Dejamos otro enlace con un artículo publicado hace unos días en eldiario.es con cuestiones sobre neurociencia y educación básicas y explicadas de forma sencilla por el profesor de la Universitat de Barcelona David Bueno. Como él dice "la sopa de ajo ya está inventada", pero pensamos como Saramago que "las verdades hay que repetirlas muchas veces para que no caigan, pobres de ellas, en el olvido".
Lo podéis leer en este enlace y dejarnos vuestros comentarios y reflexiones.

EL NIÑO QUE PUDO HACERLO



Queremos motivar a nuestros niños. Queremos que sepan que nosotros creemos  en ellos, pero lo más importante es que crean en ellos mismos. Confiar en que uno puede hacer algo es una gran fuente de motivación. 
Podemos contarles una historia como la que hemos seleccionado hoy o, a los más mayorcitos, podemos dejársela para que la lean y trabajarla con ellos posteriormente desde diferentes puntos de vista.
En clase, por ejemplo, nos puede servir en una tutoría para trabajar la confianzaen una clase de educación para la ciudadanía para buscar valores personalesen una clase de lengua y literatura para hacer un trabajo de comprensión y expresión escrita...
En casa, los padres podéis utilizar este tipo de cuentos breves para fomentar el hábito de lectura de vuestros hijos. Luego, podéis comentarlos con ellos de una manera distendida. Así pasáis tiempo de calidad juntos y aprovecháis para conocer mejor sus intereses y sus opiniones.
Aquí os lo dejo:

El niño que pudo hacerlo


Dos niños llevaban toda la mañana patinando sobre un lago helado cuando, de pronto, el hielo se rompió y uno de ellos cayó al agua. La corriente interna lo desplazó unos metros por debajo de la parte helada, por lo que para salvarlo la única opción que había era romper la capa que lo cubría.
Su amigo comenzó a gritar pidiendo ayuda, pero al ver que nadie acudía buscó rápidamente una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas.
Golpeó, golpeó y golpeó hasta que consiguió abrir una grieta por la que metió el brazo para agarrar a su compañero y salvarlo.
A los pocos minutos, avisados por los vecinos que habían oído los gritos de socorro, llegaron los bomberos.
Cuando les contaron lo ocurrido, no paraban de preguntarse cómo aquel niño tan pequeño había sido capaz de romper una capa de hielo tan gruesa.
-Es imposible que con esas manos lo haya logrado, es imposible, no tiene la fuerza suficiente ¿cómo ha podido conseguirlo? -comentaban entre ellos.
Un anciano que estaba por los alrededores, al escuchar la conversación, se acercó a los bomberos.
-Yo sí sé cómo lo hizo -dijo.
-¿Cómo? -respondieron sorprendidos.
-No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.
Eloy Moreno. Adaptación de un cuento popular.
Incluído en “Cuentos para entender el mundo”

miércoles, 15 de abril de 2015

CUESTIÓN DE CONFIANZA




Hace unos días tuvimos el placer de comprobar el valor de la confianza en nuestros alumnos.
Resumimos:
Teníamos la posibilidad de recibir en el centro una única charla para nuestros alumnos de 1º ESO sobre los efectos nocivos del tabaco. Nos vimos obligados a elegir solo a tres de los seis grupos de este curso puesto que el salón de actos del instituto no tiene capacidad para más. Estuvimos discutiendo sobre cuáles debían ser los grupos que recibieran la charla. Los que más la necesitaban, los alumnos que sabemos que están tonteando con el tabaco o que por motivos diversos creemos que tienen más peligro de caer en la adicción, son los grupos más problemáticos en cuanto a comportamiento. Juntar a los alumnos más disruptivos en una sala durante dos horas parecía una locura y una pérdida de tiempo; además, el centro iba a dar una mala imagen a los organizadores. Sin embargo, la Jefa de Estudios Adjunta apostó por esa posibilidad. Era necesario y podíamos hacer que funcionara. Habló con los chicos claramente y les explicó que era una oportunidad, que ellos habían sido los elegidos para recibir la charla y que sabíamos que podíamos confiar en su buen comportamiento y atención. A ello se unió una excelente puesta en escena por parte de los ponentes que organizaron las dos horas de forma amena y participativa.
Y funcionó.
Esto nos hizo reflexionar sobre la importancia de las expectativas que depositamos en nuestros estudiantes y cómo estas pueden modificar sus resultados. Comprendimos de forma empírica el experimento que en los años sesenta realizó el profesor Robert Rosenthal (si no lo conocéis podéis leer más en este enlace) y, por ello, creemos que merece la pena compartir y practicar con más énfasis la confianza en las posibilidades de nuestros alumnos.



domingo, 12 de abril de 2015

"LOS PROFESORES ESTÁIS DESPERTANDO TALENTOS Y ALMAS DORMIDAS" POR MARIO ALONSO PUIG

Interesante ponencia del doctor Mario Alonso Puig sobre las creencias, las emociones, la confianza y la importancia de los profesores y de los padres en el desarrollo de nuestras vidas:
Ver vídeo

REFLEXIONES FILOSÓFICAS SOBRE EDUCACIÓN

Creemos que este artículo es interesante, ¿qué opináis?
Sin música, sin filosofía, sin alma

¿CULPABLES, INOCENTES O RESPONSABLES?

En esto de la educación parece que cuando hay fracaso o dificultades, es más fácil buscar culpables que soluciones. Escuchamos a los principales agentes educativos quejarse y echar la culpa de todos los males a la otra parte: los padres a los profesores, los profesores a la administración, la administración a los profesores, los profesores a los padres, los padres a la administración… y así hasta el infinito. Seguro que todas las partes tienen razón. De hecho, hace tiempo apareció en prensa un artículo cuyo autor lamentamos no recordar, pero que decía algo así como que la situación de educación que reciben los estudiantes de nuestro país es responsabilidad de la sociedad entera. Nuestros jóvenes, sus fortalezas y sus carencias, la manera en la que estudian o no estudian, las excusas que utilizan, son reflejo de la sociedad en la que viven. Todos tenemos que implicarnos en ella o fracasará. Para educar a un niño hace falta la tribu entera, reza el proverbio.
Algunos compañeros docentes, a propósito de este blog que escribimos, expresan su disgusto porque creen que les desprestigia —todavía más— que se nos sugieran nuevas ideas, cosas que podemos hacer en sus aulas. Dicen que es admitir que lo estamos haciendo mal, que es cierto que somos unos vagos  y que, por eso, la educación fracasa. Nada más lejos de nuestra intención.
Somos héroes todos los que sobrevivimos al primer curso como docentes, de igual modo que lo somos los padres que sobrevivimos al primer año de vida de nuestros hijos. Y, luego, vienen todos los demás… La única ventaja que tienen los años posteriores es que ya no los tenemos esa idea romántica de la enseñanza o de la paternidad, pero pueden presentar más dificultades que el primero en muchos aspectos y también los vamos superando.
Ello no significa que todo lo hagamos bien, que no podamos aprender, que no nos tengamos que fijar en los nuevos descubrimientos científicos o pedagógicos para adaptar nuestra manera de enseñar. Todo lo contrario.
Profesores y padres, fijémonos bien en nuestras fortalezas y en nuestras debilidades; observemos conscientemente cuáles de nuestras actuaciones diarias funcionan con nuestros hijos, cómo les hemos enseñado a hacer eso que funciona tan bien en casa o en el aula y, a ser posible, compartamos para que otros se puedan beneficiar también; veamos qué nos funciona con algunos estudiantes y con otros no; reflexionemos sobre aquello que podemos mejorar, o aquellas cuestiones sobre las que nos podemos informar y probar.

Se trata de trabajar mejor,  no de trabajar más. Asumir nuestra parcela de responsabilidad y trabajar en ella con ganas. Y, por supuesto, exigir a nuestros estudiantes que aprendan a responsabilizarse ellos.

jueves, 9 de abril de 2015

NEGOCIACIÓN

Una buena manera de hacer que los estudiantes se impliquen en su propio proceso de aprendizaje es hacerles partícipes de las decisiones que se toman al respecto. Esto enlaza con el deseo básico de “aumentar las posibilidades de acción” en palabras de José Antonio Marina y, por consiguiente, es motivador.
Es evidente que no son ellos los que tienen que elegir los contenidos que van a formar parte del currículo, ni siquiera padres y profesores tenemos ese poder; sin embargo, hay un margen con el que podemos trabajar.
Hemos comprobado que, si realmente queremos que los alumnos sean responsables, hay que darles responsabilidad. Eso no significa que los adultos dejemos que ellos manejen las situaciones de aprendizaje, sabemos o creemos saber que hay cosas que deben aprender para crecer y tener una base para el futuro, aunque ellos ahora no vean cuál es su utilidad.
Para un docente, sería un caos dejar el control del aula a los alumnos. Ahora bien, es efectivo plantear determinadas cuestiones de manera que sean ellos los que elijan, del mismo modo que en la entrada anterior comentábamos la necesidad de explicar al estudiante las razones por las que estudia lo que estudia. Les demostramos que son parte afectada en su educación y que de las decisiones que ellos tomen dependerá la educación que reciban.
¿De qué se trata entonces? Pongamos algunos ejemplos:
·         Seleccionar varios tipos de ejercicios para que, tras explicar cómo se realizan, cada alumno escoja el que quiere hacer.
·         Proponer tareas obligatorias y optativas (estas últimas se debe intentar que sean muy atractivas para lo que tendremos en cuenta los intereses personales de los alumnos que tengamos en cada momento).
·         Pedir trabajos con temas diversos para elegir o permitir que cada uno elija el suyo.
·         Crear grupos de trabajo cooperativo en los que sean ellos mismos quienes organicen las diferentes tareas de un modo equitativo pero de acuerdo con las preferencias de cada miembro del grupo.
·         Dejar que sean los alumnos los que decidan si quieren realizar una determinada actividad individualmente, por parejas o en grupo.
·         Preguntar qué tipo de actividades, de refuerzo o de ampliación, prefiere resolver cada alumno según las necesidades que ellos consideran que tienen.
·         Proporcionar una lista de lecturas seleccionadas para que los alumnos escojan cuál quieren leer.
En todos los casos, eso sí, se han de dar pautas claras sobre lo que esperamos de los ejercicios, cómo se tienen que realizar y resolver y qué parte les corresponde a ellos decidir. Seguro que se os ocurren muchas más posibilidades. Nos encantaría que las compartierais.

Si necesitáis alguna aclaración o el desarrollo en mayor profundidad de algunas de las ideas que os proponemos, no dudéis en pedirnos más información a nuestro correo electrónico compass.info@gmail.com.

viernes, 3 de abril de 2015

¿PARA QUÉ SIRVE?

En las aulas no disponemos de mucho tiempo si queremos terminar los temarios que se nos plantean. Los profesores tenemos una responsabilidad para con nuestros alumnos y queremos que lleguen lo mejor preparados que pueda ser. Nos disponemos entonces con todas nuestras fuerzas a explicar y preparar actividades diversas para conseguir que los estudiantes alcancen un nivel adecuado para su edad y que les permita seguir con holgura las exigencias de los cursos siguientes. Y nos desesperamos cuando un grupo o un alumno se niegan a estudiar una determinada asignatura o una parte de ella porque no le gusta o no le ve utilidad. Algo parecido les ocurre a los padres.
Hemos comprobado que, en muchas ocasiones, “perder” un poco de tiempo en explicarles en qué consiste nuestra asignatura, para qué sirven los conceptos que les vamos a exponer y que van a tener que trabajar y memorizar, mostrarles experiencias prácticas laborales, aplicaciones, etc. les ayuda a sentirse más motivados. Es fundamental que los alumnos vean así por qué tienen que estudiar o practicar una determinada materia. Además, es magnífico si esto se ve reforzado desde casa.

Al final, todos ganamos tiempo y buen humor.

A VUELTAS CON LA MOTIVACIÓN III

Seguimos con las enseñanzas de José Antonio Marina sobre la motivación. En esta ocasión nos centramos en los deseos.
Marina sintetiza tres deseos básicos que son: el deseo de bienestar personal; el deseo de relacionarse socialmente, formar parte de un grupo y ser aceptado, y el deseo de ampliar las posibilidades de acción. Por tanto, si queremos motivar a nuestros alumnos debemos enlazar los recursos educativos que utilicemos con alguno de esos tres deseos.
No todos los estudiantes son iguales y cada situación es distinta, así que debemos ser capaces de seleccionar cuál es el deseo que es preferible potenciar en cada momento. ¿Cómo hacerlo?
Nuestra experiencia como padres o docentes nos ha exigido un ejercicio de imaginación constante. De ella tenemos que tirar de nuevo. Hemos de ser lo suficientemente observadores como para saber en qué podemos incidir para despertar el deseo en un estudiante concreto o en un grupo de ellos. De todos modos, se trata de ir probando, es decir, si una estrategia no funciona hay que pasar a la siguiente intentando transmitir el ánimo que pretendemos infundir, resistiendo a la frustración y el abandono tal y como pretendemos que hagan nuestros discípulos. Nos convertimos así en un buen modelo para ellos.

Asimismo, no podemos engañar a los estudiantes. No siempre encontrarán deseable la tarea que tienen la obligación de desempeñar. Por tanto, también tenemos que mostrarles de manera racional que el compromiso también es una forma de motivación, que todos tenemos el deber de cumplir con ciertas cosas en aras de un beneficio mayor o posterior aunque en el momento no nos guste o no nos apetezca hacerlas.

jueves, 2 de abril de 2015

APRENDER Y EVALUAR

Os invitamos a leer y dejarnos vuestra opinión sobre este interesante artículo de Carlos Magro sobre la evaluación: "Aprender no es aprobar exámenes"
¿Qué tiene esto que ver con la motivación del alumno?
¿Os habéis encontrado alguna vez con un alumno que tiene mucho interés por aprender pero en el colegio o instituto "fracasa"? ¿Qué se puede hacer en estos casos?